miércoles, 10 de junio de 2015

Comportamiento animal


Comportamiento animal o de los seres vivos es el conjunto de respuestas que presentan los animales frente a los estímulos internos y externos que reciben del medio que los rodea.
Los estímulos internos dependen del funcionamiento del propio organismo. Por ejemplo, la sensación de hambre que se origina en el estómago es un estímulo interno que provoca la respuesta de buscar alimento.
Los estímulos externos, por el contrario, tienen su origen en el ambiente. Así, la aparición de un depredador en el territorio propio estimula en el animal la respuesta de protegerse o defenderse frente a la agresión.
Cada individuo, de acuerdo a su nivel de complejidad, dado por el sistema nervioso y endocrino que posea, deberá adoptar una estrategia eficaz para elaborar las respuestas adecuadas que controlen tanto las variaciones que ocurren en el interior de su organismo como las que se originan en su medio ambiente.
Cada especie tiene un tipo de comportamiento que le es peculiar, aunque existen formas de comportamiento comunes a muchas especies de animales.
Los comportamientos de los seres vivos pueden clasificarse en tres grandes grupos, aunque, prácticamente todas las respuestas animales tienen algo de heredado o innato, algo de aprendido, y algo de adquirido o adaptativo.
Comportamiento innato: el tejido de la tela de araña.
Comportamiento aprendido: el león que pasa por un aro de fuego en el circo.
Comportamiento adaptativo: el coipo que nada gracias a las membranas natatorias de sus patas traseras.
Muchos animales viven en grupos, lo que puede representar para ellos diversas ventajas: más fácil localización para la reproducción, sincronización reproductiva, cooperación, reparto de trabajo, facilitación del aprendizaje, etc. Como consecuencia: 
La cohesión del grupo (y la identificación de sus miembros) se mantiene haciendo uso de diversos estímulos (señales visuales, fisionomías o marcas individuales, olores, sonidos, etc). 
Pero en general casi todos los recursos están en cierto modo limitados, por lo que no es raro que exista cierto nivel de conflicto entre la utilidad de la vida en grupo, y la competencia que aparece entre los miembros del grupo. Esta competencia suele resolverse mediante comportamiento agonístico.

Nuestras mascotas, al igual que nosotros, también pueden sufrir depresión, ansiedad, miedos, fobias y otras dolencias emocionales que les hacen sentirse infelices, mientras que nosotros, preocupados, no dejamos de buscar cómo ayudarlos.
Normalmente, quienes más acuden al psicólogo de animales son aquellos cuyos animales presentan hiperactividad, sobre todo los perros: ladran, muerden todo lo que encuentran, destrozan muebles, juguetes, ropa y todo lo que caiga en su radio de alcance.
También los animales que sufren ansiedad acuden a la conducta del psicólogo de mascotas, sobre todo aquellos aquejados por fobias, ya sea a los coches, a los ruidos, a los seres humanos o a otros perros, que hacen que sea imposible desarrollar una vida normal con el animal.
El psicólogo, para tratar al animal, hará una evaluación de su estado y, si es necesario le prescribirá algún medicamento. Después, al igual que los humanos, comenzará la terapia, normalmente en casa de los dueños para que el profesional pueda evaluar todo lo que rodea al animal.

Si decidimos acudir a uno de estos profesionales, debemos asegurarnos de que estén debidamente cualificados, para que la terapia dé los resultados deseados y podamos disfrutar de la compañía de un animal sano y feliz.



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